Como soy bastante pesada, quiero subrayar los dos rasgos que impregnan sustancialmente la literatura en la Antigüedad y que ya hemos comentado en clase: su proximidad a la oralidad y su fundamenttal carácter mítico. Vamos por partes, si es que se puede, porque en realidad conforman un todo bastante indivisible, un conglomerado que caracteriza la propia esencia de la literatura en su albor, cuando los cuentos, los mitos, la religión y la ficción son solo diferentes facetas de una misma cosa.
- La oralidad. Unos datos para demostrarlo: la pervivencia de fórmulas orales en la épica, el hecho de que muchas de las obras que hoy conservamos escritas lo fueron después de un largo tránsito por la oralidad (las propias Iliada y Odisea, para empezar) y el habitual trasunto de historias entre lo oral y lo escrito, por ejemplo, entre cuentos y mitos.
- El componente mítico—religioso es otra característica fundamental. Porque para tomarse en esas épocas la molestia de escribir algo (con lo caro que era y los pocos que sabían hacerlo), el esfuerzo debía valer mucho la pena: debía decir cosas fundamentales de las creencias y conflictos que están en la raíz del hombre de su época. Podemos aquí mencionar a Gilgamesh, el libro de los muertos, la Biblia, los héroes homéricos en confraternización con sus dioses, las ciclos míticos en el teatro griego, los mitos germánicos en Los Nibelungos…
Y dicho esto, vamos a echar una ojeada a los principales hitos de la literatura más antigua. Ver cómo surgió en el amanecer de los siglos este extraño milagro de contar historias, expresar emociones, preguntarnos por la muerte, el amor, la pasión, el miedo, el heroísmo… esas cosas que son las que nos hacen humanos. Porque a lo mejor, en realidad, lo que nos hace humanos precisamente es pensar, imaginar, sentir… y expresarlo. Recuerdo que cuando estaba en Bachillerato (sí, yo también fui joven una vez y tuve vuestra edad) me enfrenté por primera vez a la Iliada, lo más antiguo que había leído nunca con enorme diferencia, y recuerdo precisamente que, más allá de las sangrientas batallas, las imágenes o el hermoso lenguaje épico, lo que me impresionó hasta la sorpresa, fue comprobar cómo varios milenios antes, aquellos fieros guerreros –y el desconocido poeta que puso las palabras en su boca-, se dejaban llevar por la cólera, los celos, lloraban, amaban, decían tiernas palabras a su esposa antes de entrar en combate, sentían miedo ante la proximidad de la muerte, o se humillaban por amor a un hijo muerto. Vivían en la edad del bronce y eran exactamente igual que nosotros.
Bueno, volvamos a lo que toca. La literatura antigua abarca milenios y varios continentes, así que, además de muy desconocida, es prácticamente inabarcable. Os propongo repasar lo que hemos visto y profundizar en unas pocas manifestaciones descollantes mediante los siguientes enlaces. Me encantaría que los leyerais todos, pero comprendo que es bastante lectura, así que lo dejo para los que estén muy interesados, por si alguien descubre su pasión desconocida por la literatura antigua.
Los enlaces son los siguientes:
- Mesopotamia
Recordamos que aunque el código de Hammurabi no es propiamente una obra literaria, supone la primera recopilación legislativa conocida. Y pese a que algunas de sus prescripciones hoy nos puedan parecer bastante bárbaras (es lo del “ojo por ojo y diente por diente”), al menos supone el primer intento de establecer una norma fija (por eso se escribe) que evite las arbitrariedades de quien juzga. Todo un logro.
El Poema de Gilgamesh, es la epopeya de un rey que encuentra a un amigo, ofende a una diosa, busca la inmortalidad y acaba descubriendo con amargura la impotencia del ser humano ante la muerte. Podéis leer el resumen y fragmentos aquí y también hay una versión en vídeo, con una imagen de calidad más bien escasa.
- Egipto:
Los ritos funerarios y el libro de los muertos, un texto fundamental para los egipcios, ya que era su guía para el Más allá, después de la muerte. En este otro reportaje de National Geographic les acompañamos en el descubrimiento de una de sus versiones mejor conservadas.
La historia de Sinuhé es curiosamente un relato de ficción (una novela, diríamos hoy). Podéis encontrar un extenso e ilustrado resumen en el blog de dinora
- India.
Entre su extensa y variada producción literaria (recopilaciones de cuentos, escritos religiosos, poemas…) destacan dos epopeyas: el Mahabarata y el Ramayana. Nos quedamos con esta, más breve, pese a sus miles de versos, que nos cuenta una historia de amor: la del príncipe Rama que, por rescatar a su esposa Sita, desafía a las hordas de demonios del malvado Ravana. De nuevo, podéis leer el resumen y fragmentos aquí.
Aunque no lo hemos citado en clase, es también importante el Panchatantra, una colección de cuentos. Son 70 narraciones que un sabio hace leer a los hijos del rey para instruirlos en la moral y la política. Muchos son fábulas, como éste de la tortuga y los gansos y tuvo gran influjo en fabulistas posteriores como el griego Esopo o en recopilaciones de cuentos medievales, como El conde Lucanor, de Don Juan Manuel. (Por ejemplo, esta versión del cuento de la lechera)
- La Biblia. Además de ser, junto a la tradición grecolatina, la otra gran base fundamental de toda la cultura occidental, supone una recopilación del saber y la historia del pueblo de Israel.
- Después llegamos a la Grecia antigua, pero eso es otra historia.
Y a todo esto, nos hemos dejado toda la literatura no escrita: cuentos, mitos, canciones… Nunca mejor dicho aquello del iceberg del que solo atisbamos una mínima parte mientras la gran masa se nos escapa bajo el agua.
Un brevísimo repaso nos lo da a este Prezi
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