martes, 12 de mayo de 2015

Un poema de Alejandra Pizarrik

En vez del consabido texto de Kafka, Isabel Reoyo nos trae este poema. Un poema impresionante sobre el miedo y la soledad, y un gran comentario.


Han venido.
Invaden la sangre.
Huelen a plumas,
a carencia,
a llanto.
 Pero tú alimentas al miedo
y a la soledad
como a dos animales pequeños
perdidos en el desierto.

Han venido
a incendiar la edad del sueño.
Un adiós es tu vida.
Pero tú te abrazas
como la serpiente loca de movimiento
que sólo se halla a sí misma
porque no hay nadie.

Tú lloras debajo de tu llanto,
tú abres el cofre de tus deseos
y eres más rica que la noche.

Pero hace
 tanta soledad
que las palabras se suicidan.


Alejandra Pizarnik (29 de abril de 1936 - Buenos Aires, 25 de septiembre de 1972) fue una destacada poeta argentina. Su amplio poemario es de una calidad excepcional debido a la intensidad de sus palabras, al sentimiento plasmado en cada verso, y a la capacidad de transmitir sensaciones con la abundante adjetivación y fuerza literaria que la caracteriza. Este fragmento corresponde a Poesía Completa, uno de sus poemarios más afamados.

Uno de los temas a los que más letra dedica Alejandra es al miedo, y en este poema el miedo se junta con la soledad. Como en toda su obra, consigue acercarnos a su sentimiento y nos transmite una sensación de amplísima tristeza.
El miedo de Alejandra por la soledad y la soledad de Alejandra por el miedo se enfundan en este poema, en el que el dolor penetra por los ojos mediante las palabras. Crea un poema que parece tener una banda sonora de un llanto, de un tono tan depresivo que abruma. Alejandra incorpora a todo esto la experiencia de la muerte al poema, como si la estuviese viviendo en vida, o como si fuese la única solución para dejar de sufrir.
Al leer el poema se piensa “¿quiénes ha venido?” “¿a quién se refiere?”, y esto, considerando su ambigüedad, se puede referir a la muerte de nuevo. 
Alejandra no escribe para un público, se escribe a sí misma, como se puede ver en la llamada a una segunda persona del singular; se culpa de tener miedo, de estar sola, y no establece ningún límite entre la belleza y lo tenebroso, y tiene esta filosofía tanto en la poesía como en la vida. Es más, se aferra a la tragedia y concibe la poesía como un modo de desgarrarse por dentro para, de alguna manera, librarse de esos sentimientos de angustia que la persiguen: la poesía es la cárcel y la libertad a la vez.
Los últimos dos versos son desgarradores, pero de una calidad extraordinaria. Vuelve a conseguir aquí que lo doloroso se convierta en algo admirable, porque la vida remite dolor, sentirlo es inevitable, y Alejandra, como dice en la segunda estrofa, abraza este sentimiento.



El miedo y la soledad se personifican en este poema, ya que son los que llegan cuando dice “han venido”. Son lo que queda cuando no queda nada, son lo único que tiene Alejandra. Ese “Tú”, es un vocativo, repetido en todo el poema, referido o bien a la muerte o bien a ella misma. Hay comparaciones como “como a dos animales pequeños” (verso 8), o “como la serpiente loca de movimiento” (verso 14). La intensa metáfora del verso 12 “un adiós es tu vida”, para decir que no vive sino que solo se despide de todo, no consigue nada, lo que se une a la siguiente estrofa “tú abres el cofre de tus deseos y eres más rica que la noche”, otra personificación, en este caso de la noche. La hipérbole de la última estrofa se mezcla con la personificación, ya que las palabras no se suicidan, pero lo utiliza para hacer referencia a que las palabras que escribe le dan motivos para suicidarse.




 Alejandra se suicidó a los 36 años se suicidó. Su pasión por la vida y su deseo de muerte, ese querer vivir a ras del suelo, ese guiño a la tristeza, es lo que ha dejado latente, para hacer sentir al que lo lee.
Isabel Reoyo





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